El crowdfunding ha encontrado caminos y vericuetos que nadie antes hubiera imaginado. Lo que nació como algo para promocionar proyectos de artistas y obras benéficas ahora tiene un amplio abanico de posibilidades. La última y bastante increíble es la de la inversión inmobiliaria en la que ahora puede participar cualquier ciudadano sea cual sea su posición económica.
Este fenómeno de economía colaborativa ha sido el responsable de hacer posible este nuevo concepto. Internet es el intermediario que pone en contacto a inversores interesados en financiar proyectos inmobiliarios y recibir a cambio una rentabilidad por alquiler, o un beneficio por la venta de un inmueble.
Este nuevo sistema ya operativo en EEUU y Reino Unido, sólo lleva en España un año. Housers, que así se llama la plataforma española, ya cuenta con cerca de 3.000 inversores que pueden aportar desde 100 euros en adelante, y ya se han realizado inversiones por más de tres millones de euros, con los que se han adquirido 15 viviendas y dos locales comerciales.
El funcionamiento es sencillo, Housers selecciona inmuebles que estén un 25% por debajo del precio del mercado y los presentan como un plan de negocio con reforma integral y alquiler o venta en un plazo determinado del que estiman que se revalorice un 35% el precio inicial. Los mecenas reciben a modo de dividendos lo que les corresponde de las rentas y de la plusvalía de la venta aprovechando la fase alcista en la que ha entrado el mercado inmobiliario.
Pero además del éxito logrado, este tipo de crowdfunding puede llegar a niveles más altos, como ha ocurrido en Bogotá donde se ha financiado el que será el rascacielos más alto del país, o un edificio de apartamentos de 23 plantas en Manhattan.