
Foto: Mauricio Peña.
Son un grupo de jóvenes de León y Zamora que se reúnen cada fin de semana para practicar su pasión, el parkour. La disciplina que algunos definen como ‘el arte del desplazamiento’ y para el resto de los mortales es como si estuviéramos viendo a Spiderman en directo. Para ellos es algo más que una disciplina, es un estado mental.

Foto: Mauricio Peña.
El arte del desplazamiento. Una disciplina para cuerpo y mente.
Movimiento in itinere. Valga la redundancia. Así es como estos chicos se desplazan. Un grupo de jóvenes que hacen parkour en León, una disciplina de lo más completa que te prepara física y mentalmente para afrontar una situación de riesgo.
Este es uno de los objetivos del Parkour, pero, ‘aunque no es considerado todavía un deporte como tal, esta disciplina te prepara desplazándote de un punto a otro de la manera más eficiente posible utilizando el cuerpo humano tanto en el ámbito rural como urbano’, así es como ellos mismos lo definieron durante la entrevista.

Foto: Mauricio Peña.
Muchos les verán por la ciudad vestidos con sus pantalones de deporte anchos y con un aspecto callejero que da la sensación de que son chicos malotes. Nada más lejos de la realidad, ellos se dedican a practicar parkour.
Javier Tascón, David Martínez y Arturo González, son los tres traceurs que nos atendieron. Dos leoneses y un zamorano de un grupo de jóvenes que tienen entre 15 y 25 años y a pesar de lo que pueda parecer no aprenden a base de golpes, son muy prudentes con los movimientos ya que hay que fortalecer mucho el cuerpo, sobre todo las rodillas y los tobillos, porque, aunque no existe una técnica oficial, esta comunidad transmite los valores y las enseñanzas de unos a otros y entre todos se ayudan enfrentándose a retos que les ayuda a superarse.

Foto: Mauricio Peña.
Esta afición les viene desde bien pequeños, cuando allá al comienzo de milenio les llamaba la atención los saltos por los tejados que salían en películas como Yamakasi o Distrito 13.
Como si de un arte marcial se tratara, sus adeptos tienen muy claro para qué se juntan, sus quedadas están cargadas de camaradería, no hay competición, sólo espíritu de superación. Y casi siempre lo hacen a través de las redes sociales ya que son una comunidad muy abierta.
Aunque practican casi a diario, nunca perdonan los fines de semana, que es cuando más aprovechan para explotar distintas zonas de la ciudad haciendo Parkour. Así se les puede encontrar en varias zonas del paseo del Bernesga, en la Plaza de San Marcelo o en Espacio Vías.

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Su próxima hazaña será crear una asociación para que sea un punto de referencia al que acudir para aquellos jóvenes interesados en la práctica de esta disciplina, pero de momento queda en ‘tareas pendientes’.
Historia y filosofía de un arte
El término Parkour proviene de ‘parkours’ que en francés significa recorrido. Nace en Lisses, Francia en la época de los 80 a raíz del adiestramiento de un ex-soldado vietnamita, Raymond Belle, que entrenaba a su hijo en una disciplina conocida como Método Natural inspirada en la idea de ser fuertes para ayudar y proteger a sus familias. Su hijo, David Belle, acompañado por un grupo de amigos llamaron a este movimiento ‘el arte del desplazamiento’ que se basaba en preparar el cuerpo y la mente para desplazarse por cualquier entorno, tanto urbano como natural, de una forma eficiente, fuerte, rápida y bella utilizando las habilidades del propio cuerpo.
Los ‘traceurs’, que así es como se autodenominan, o ‘traceuses’, en el caso de las mujeres, utilizan saltos, carreras, movimientos y equilibrios sobre obstáculos para ejecutar ese arte del desplazamiento, siempre basado en una filosofía que reposa sobre unos valores familiares, de respeto y hermandad, coraje, lucha y autosuperación. Para ellos se trata de un estado mental, de confianza en uno mismo, de autoconocimiento del cuerpo.
Movimientos básicos
Además de efectividad y fluidez los movimientos del parkour tienen que tener cierta originalidad pues se pueden encadenar unos con otros. Estos son los básicos que pueden derivar en otros distintos con modalidad de una o dos manos.
Recepción básica: El contacto con el suelo debe de realizarse repartiendo el peso del impacto por todo el cuerpo. Los talones no deben de tocar el suelo para que sirvan de amortiguación. Las rodillas también semiflexionadas con el mismo objetivo. La espalda inclinada hacia delante y las manos por delante por si es necesario usarlas.
Pasavallas: Para pasar el obstáculo de la forma más rápida y fluida posible. Se realiza saltando y aterrizando con la misma pierna usando la mano del mismo lado a modo de remo sobre el obstáculo e inclinando el cuerpo y sin detener la carrera.
Lateral: Es para superar un obstáculo que quede de lado. Se apoya una mano, se pasan las piernas y después se apoya la otra mano para terminar el salto.
Reverso: Se apoyan las manos sobre el objeto a ‘librar’ y se salva girando el cuerpo de la forma más horizontal posible.
Salto de precisión: Se parte de una posición ‘en parado’ y saltando con los pies juntos se trata de alcanzar un punto de recepción concreto.
Salto del gato: Se apoyan las dos manos a la vez y por el hueco que dejen se pasan las piernas agrupando las rodillas. Es como tirarse de cabeza pero pasando un obstáculo.
Grimpeo: Es quizá el movimiento que más representa a esta disciplina. Escalar una pared para conseguir alcanzar la cima con o sin ayuda de las manos.
Liberado: Es una especie de descuelgue, hay que dejarse caer o saltar hacia una superficie inferior y se puede dar un giro con el cuerpo en el mismo.
Bajo de valla: Consiste en introducirse por el típico hueco entre muros tratando de introducir los pies por delante agarrarnos en el muro y controlar el tronco para no chocar.